miércoles, 14 de marzo de 2012

Donde se pone el ojo se pone la bala.

Esta mañana me ha pasado algo que podría tildar de gracioso si no fuera porque se está convirtiendo en algo muy frecuente y por lo tanto peligroso.
El tutor de 2º curso de secundaria ha llamado a las familias de los alumnos que han suspendido en esta evaluación y les ha comunicado sus malos resultados académicos en la segunda evaluación.
Una madre, al oír que en mi asignatura tenía su hijo suspenso a contestado: "no estoy en absoluto de acuerdo con ese suspenso, quiero hablar con el profesor para que me lo explique", inmediatamente el tutor me ha pedido que llame a esa madre para darle la explicación.
¿Que se lo explique yo?, ¿Me pide cuentas a mí?, ¿Me hace el culpable de una situación? ¿Será verdad eso de que "mi hijo ha aprobado todo" o en su caso, "a mi hijo le han suspendido tres"?.
¿Por qué lo primero que se le ocurre a esta madre es pedir explicaciones al profesor?.

Su hijo tiene 13-14 años, sabe lo que hemos hecho en clase, sabe lo que ha hecho y lo que le falta por hacer, sabe por qué ha obtenido esa nota, sabe cuales son los criterios de evaluación, sabe cuales son las condiciones para obtener el aprobado. ¿Por qué esta madre no ha pensado en pedir explicaciones a su hijo por los resultados y sí en pedírselos al profesor?
He llamado al alumno,(ellos aún desconocen las notas), le he dicho que suspendia en mi asignatura y su respuesta ha sido "Ya lo sé, me falta por hacer un trabajo"

No tengo ningún problema en llamar a esta madre y a otras cincuenta si hiciera falta pero primero que hablen con sus hijos, que razonen con ellos, que miren lo bueno y lo malo de sus actitudes, que repasen su forma de trabajar, que trabajen con ellos, que les den responsabilidades, que los eduquen,... y luego daré todas las explicaciones del mundo, porque YO no soy la diana y ya sabemos que  pensamos que donde ponemos el ojo ponemos la bala.