sábado, 26 de febrero de 2011

OBSTACULOS DIGITALES: YO, EL PROFE



DIFICULTADES DE LA ENSEÑANZA

Obstáculos digitales

Jueves, 17 de febrero del 2011ImprimirEnviar esta noticiaAumentar/ Reducir texto
Noèlia Borràs - (Sant Carles de la Ràpita)
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Ya está bien. Hemos perdido otra clase por culpa de la digitalización de las aulas. Quiero manifestar mi indignación e impotencia como profesora que tiene que utilizar los libros digitales en las aulas de la ESO. Mi desacuerdo y enojo se centra en la sustitución de los libros de texto por ordenadores. La duración de las clases se ha reducido notablemente, puesto que se pierde mucho tiempo para conectar con los libros digitales y descargar contenidos. Los ritmos de la clase son varios, según los ordenadores de los alumnos; por tanto, no se pueden hacer actividades al mismo tiempo (unos acaban cuando otros todavía no se han conectado). Las pausas que hay que hacer durante las explicaciones a la espera de las descargas y conexiones hacen perder la concentración de los alumnos, que aprovechan para hablar, mirar el archivo de fotografías personales con los amigos o consultar las redes sociales. Cuando consigo proyectar en la pizarra digital la página que quería, habrán pasado, como mínimo, entre 5 y 10 minutos. Hay que volver a reclamar la atención de los alumnos, pedir silencio y levantar la voz. Una vez explicados los contenidos, llega la hora de trabajar y aplicar los conocimientos. Antes se hacían ejercicios en la libreta. Ahora, no. Las editoriales digitales han planteado la mayoría de actividades para ser hechas de manera virtual en el ordenador, el cual también da los resultados correctos a los alumnos pulsando un botón. ¡Pura facilidad! Si pedíamos la cultura del esfuerzo, esta es la ley del mínimo esfuerzo. Para los deberes, hecha la ley, hecha la trampa: los alumnos son muy espabilados y si les pido que hagan los deberes digitales en casa, la respuesta de los perezosos será que no se pudieron conectar; contra esto no podemos luchar. Los institutos pasarán a compartir la función de enseñar con la función de centros de ocio, donde los alumnos se conectan en sus páginas preferidas entre clase y clase, escuchan música con auriculares, se hacen fotografías con la cámara web, practican juegos de la red¿Se nos va de las manos. Recuerdo las clases de las que salía convencida y orgullosa de lo que había transmitido a los estudiantes. Cumplía mis objetivos. De momento, creo que para lo que queda de curso utilizaré los libros de texto que tenemos aparcados. Esta es la realidad de las aulas digitales. Explíquenme dónde está la mejora de la calidad de la enseñanza, justifiquen la millonaria inversión realizada y el coste que ha supuesto para los institutos la adaptación digital. Y este manifiesto no lo escribe una docente ya con una edad a la que puede costar entrar en el mundo de las tecnologías, sino una profesora joven y motivada con vocación por su profesión, que utiliza la pizarra digital, las plataformas virtuales y que asiste a cursos de formación. (Carta publicada en el PERIODICO DE CATALUÑA)
Mi querida y desconocida Noelia, joven y motivada profesora con vocación y que utiliza las nuevas tecnologías. ¿Para qué las utilizas?. Tu esquema de clase es el que recibí yo hace más de cuarenta años cuando los queridísimos Hermanos de La Salle me enseñaron todo lo que ya he olvidado y que sin embargo me ha ayudado a ser lo que soy, como tú, un profesor por vocación, no soy joven y no tengo pizarra digital, pero me he dado cuenta utilizando todas las tecnologías a mi alcance de que sólo he de utilizar aquellas que me sean útiles para el proceso de aprendizaje de mis alumnos y el mio.
Aún más importante es que yo no les enseño, ni les explico, ni les doy lo que deben aprender, ni utilizo libros, (me da igual digital, que en papel, que en enciclopedia), ... te voy a contar lo que intento hacer.
Intento crearles dudas, crearles curiosidad, que vean lo práctico que es saber, conocer, descubrir, que les guste lo que hacen, que hagan lo que les gusta, que saque conclusiones deduciendo o induciendo, que creen hipótesis y las confirmen o las desestimen, que sepan interactuar con otros para resolver problemas científicos o conflictos de convivencia,... y no te hablo de una quimera, te hablo de educación secundaria, de alumnos desmotivados por el aprendizaje de contenidos porque hay que aprenderlos y que se vuelven incansables buscadores de documentación para poder sacar adelante su propio proyecto. Estos alumnos saben más que yo de tecnología, y cuando hace falta, que es casi siempre, les pregunto a ellos y cuando la red no funciona usamos la tiza y cuando la tiza no vale utilizamos los blogs y cuando queremos realizarlo entre todos utilizamos Google Docs y cuando queremos hacer una tarta utilizamos el horno y tenemos que leer el libro de instrucciones y cuando se va la luz cambiamos la tarta por un bocata.
Dices: Cuando consigo proyectar en la pizarra digital la página que quería, habrán pasado, como mínimo, entre 5 y 10 minutos. Hay que volver a reclamar la atención de los alumnos, pedir silencio y levantar la voz. Una vez explicados los contenidos, llega la hora de trabajar y aplicar los conocimientos.
Si tardas 10 minutos en proyectar el libro, más los 20 o 25 minutos de tú explicación de contenidos, ¿tus alumnos trabajan 15 minutos de cada hora de clase?, voy a ser un poco bestia pero te pediría que no proyectes el libro, que no les expliques los contenidos y que trabajen la hora entera. Enseñalés el trabajo que han de realizar "picales", creales curiosidad, no se lo exopliques, que busquen y busquen hasta encontrar, cuando les interesa ya lo hacen. Yo tengo dos hijos, ¿sabes que no les he enseñado a utilizar la WII, ni la Nintendo DS?, que ellos solos han aprendido a colgar videos en youtube y a twitear y cuando algo no saben se lo preguntan a los amigos y lo aprenden. ¿Sabes que la escuela es el único sitio en el que se cree que la gente más trabaja cuanto más silencio hay?. Que hablen, que se pregunten, que se ayuden unos a otros, que se pongan juntos a pensar... Esa es la forma de trabajar de todos los sitios menos las escuelas (y los conventos de clausura con voto de silencio, supongo).
También dices: Explíquenme dónde está la mejora de la calidad de la enseñanza. Pues en la metodología, no en los materiales.
Para terminar, con todo el cariño y desde luego el repeto a tu esfuerzo y dedicación decirte como dice Fito el de los Fitipaldis en una de sus canciones:
"No es el camino, son mis pasos los que me llevan hacia tí"

EDUCACION. SIGLO XXI (I)

¿Aprender?. ¿Recordar?. ¿Repetir?. ¿Memorizar?.
Cuando empecé en la educación me planteaba esos mismo interrogantes y eso que ni por asomo se podía preveer el cambio que ha dado esta sociedad gracias a las nuevas tecnologías.
Miro ahora hacia atrás y reconozco a un jovenzuelo dando clases, con el cigarrillo en una mano, la tiza en otra y cuarenta y cinco pares de ojos clavados en mí, mientras escuchaban las explicaciones que yo les daba. Silencio total. A veces pienso que me gustaría recuperar ese hambre por aprender que tenían mis primeros alumnos, porque yo era para ellos la fuente del saber. Lo que yo decía, cómo lo decía y la importancia que yo le daba a lo que trabajábamos era incuestionable. El que quería aprender tenía que mirarme y escu

charme, seguir mis instrucciones , hacer los ejercicios que se les mandaban y tras la corrección de los mismos aprender de los errores que habían tenido para que no se volvieran a producir. Yo me sentía importante, y lo que aún era más importante, los alumnos/as me consideraban importante y los padres/madres sabían que yo era importante y así se lo hacían a ver a sus hijos/as, "haz caso al maestro", "¿cómo te ha dicho que lo hagas?, pues hazlo así", "que no me tenga que decir el maestro nada malo de tí", ... er
a lo habitual.
Nunca, en más de 30 años de "trabajo" he tendio una relación más cercana y cariñosa, tanto con mi alumnado como con sus familias. Aún hoy, vía facebook y en alguna que otra cena, tengo relación con todos ellos y me alegro de sus "hazañas".
Y es que en todo aquello había truco.
Es muy sencillo, había respeto, puede que alguno tuviera temor, y yo el primero que de vez en cuando pensaba en qué haría si se les ocurría sublevarse a todos ellos, y en aquel mutuo respeto había algo más importante. Yo les quería.
Y aún hoy, les quiero.