sábado, 26 de febrero de 2011

EDUCACION. SIGLO XXI (I)

¿Aprender?. ¿Recordar?. ¿Repetir?. ¿Memorizar?.
Cuando empecé en la educación me planteaba esos mismo interrogantes y eso que ni por asomo se podía preveer el cambio que ha dado esta sociedad gracias a las nuevas tecnologías.
Miro ahora hacia atrás y reconozco a un jovenzuelo dando clases, con el cigarrillo en una mano, la tiza en otra y cuarenta y cinco pares de ojos clavados en mí, mientras escuchaban las explicaciones que yo les daba. Silencio total. A veces pienso que me gustaría recuperar ese hambre por aprender que tenían mis primeros alumnos, porque yo era para ellos la fuente del saber. Lo que yo decía, cómo lo decía y la importancia que yo le daba a lo que trabajábamos era incuestionable. El que quería aprender tenía que mirarme y escu

charme, seguir mis instrucciones , hacer los ejercicios que se les mandaban y tras la corrección de los mismos aprender de los errores que habían tenido para que no se volvieran a producir. Yo me sentía importante, y lo que aún era más importante, los alumnos/as me consideraban importante y los padres/madres sabían que yo era importante y así se lo hacían a ver a sus hijos/as, "haz caso al maestro", "¿cómo te ha dicho que lo hagas?, pues hazlo así", "que no me tenga que decir el maestro nada malo de tí", ... er
a lo habitual.
Nunca, en más de 30 años de "trabajo" he tendio una relación más cercana y cariñosa, tanto con mi alumnado como con sus familias. Aún hoy, vía facebook y en alguna que otra cena, tengo relación con todos ellos y me alegro de sus "hazañas".
Y es que en todo aquello había truco.
Es muy sencillo, había respeto, puede que alguno tuviera temor, y yo el primero que de vez en cuando pensaba en qué haría si se les ocurría sublevarse a todos ellos, y en aquel mutuo respeto había algo más importante. Yo les quería.
Y aún hoy, les quiero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario