jueves, 19 de enero de 2012

¿METODOLOGIA?

¿Cuánto tiempo dedica un profesor en "atender" a los alumnos que molestan en clase?, ¿Cuántos esfuerzos para intentar que trabajen los que no quieren trabajar?, ¿Cuántas reuniones para solucionar problemas de disciplina en las aulas?

¿Los alumnos que tienen ganas de trabajar, que tienen un comportamiento correcto y que demuestran interés, reciben más o menos atención por parte de los educadores?

Respondamos con sinceridad, yo en mi caso solo puedo decir que "Es una lástima".

1 comentario:

  1. La respuesta no es breve puesto que hay que tener en cuenta varios aspectos que condicionan la forma en la que el profesor se ve obligado a actuar: la ley. los jefes, los padres, las posibles consecuencias, las reacciones impredecibles y a veces violentas de los reconducidos o reprendidos, las normas de comportamiento, el miedo a extralimitarse, la necesaria adecuación de nuestra reacción a un contexto educativo laboral y juvenil, la necesaria ejemplaridad (en el buen sentido) que un profesor debe mostrar ante los alumnos...
    Año tras año sigo repitiendo que el profesor debe garantizar el derecho que tienen los alumnos que quieren estudiar a recibir clases adecuadas, agradables, entendibles y desarrolladas dentro de un ambiente de armonía que permita al alumno introducirse en la asignatura con calidad.
    Los alumnos que molestan rompen esta armonía.
    Cuando dicha armonía se consigue y toda una clase rema en el sentido adecuado y de una forma agradable,la sensación conseguida y la satisfacción experimentada hace que el profesor se llene de orgullo y que los alumnos acaben la clase con una sonrisa y estén deseando volver a dicha clase.
    He experimentado esto más de una vez y es lo que realmente da sentido al trabajo.
    Sé que no te he respondido, pero te digo que intento perder el menor número de segundos posibles llamando la atención a nadie, porque me rompe el ritmo de mi proceso mental puesto en marcha, y sobre todo porque los que quieren aprender deben poder hacerlo y no merecen asistir a un espectáculo en el que el profesor aparece como un energúmeno y el que rompe la clase encima queda como un machote triunfador.

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